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Desde La Maga

Poesía

Mamá

Mamá

Una madre perdona siempre: ha venido al mundo para esto.
Alejandro Dumas
 


Mía. Dulce. Fuerte. Mamá.

Visión de mis luchas.
Ruta de mis extravíos.
Caudal en mis sequías.
Orto de mis despertares.

Granos somos del mismo trigo.

Mujer. Afrodita. Mamá. Amazona.

Carne de mi misma tierra.
Antorcha de mis conflictos.
Paciencia de mis búsquedas.
Aliento en mis desencuentros.

Piedras somos del mismo río.

Planeta. Mamá. Volcán. Cascada. 

Parque de mis rutinas.
Chispa de mis sentidos.
Azúcar que apaga mis hieles.
Manta que cobija mis heladas.

Troncos somos del mismo bosque.

Titán. Trino. Árbol. Mamá.

Mástil de mi velero.
Aceite de mis sobriedades.
Embarcadero de mis bocetos.
Brisa suave de mis huracanes.

Aguas somos de un mismo estanque.

Gigante. Montaña. Mía. Mamá.



Taty Hernández Durán (1960). 
Jarabacoa, República Dominicana. 

Hija de Mami Niña.

Publicado en ¨Antología poética dominicana: Homenaje a las Madres¨, una compilación de poemas a las madres editada por Mateo Morrison y el Despacho de la Primera Dama Doña Margarita Cedeño de Fernández en Mayo de 2010.

Salamandra

Salamandra

A Jazmin, Charo, Maria Luisa, Gloria, Liberata, Miriam. Ellas saben por qué.

 

Salamandra

 

Mujer del bosque, ente volcánico,

alquimia de colores que duerme

y se regodea entre las brazas. 

 

Salamandra, caudata, ser de mitos. 

 

En tu piel, la naturaleza vive,

en tu silueta, reptiles evocas. 

 

Serás  ¨sirenida¨, 

serás  ¨tigre¨

mujer sabia,

luz de serranía,

caudal en la vereda. 

 

Donde las deidades se asoman,

te endiosas mujer para educir

y plasmar el alma de las cosas,

en los trazos del llanto, la paz,

el cielo, el pan: alegoría. 

 

Salamandra, de agua, de tierra,

del pincel.

 

Derechos Reservados © Taty Hernandez

 

Madre nuestra el agua

Madre nuestra el agua

 

Madre nuestra el agua que palpitas

en el seno de mis montañas.

Santifícanos como savia de vida

y mantente eterna en este paraíso

que es tu reino.

 

Riega nuestros bosques,

engrandece nuestros cauces,

permite que entendamos

la inmensidad de tu valor.

 

 

Cuando la suciedad te envenene,

cuando los desechos se asienten

en tus riberas, recréate en un tsunami

y expulsa todo lo que la inconsciencia

vierte en tus caudales.

 

Perdona los daños que te hemos causado

y danos pautas para protegerte

hasta el final de los siglos.

Amén.

Derechos Reservados © Taty Hernandez

 

Reflejos de Maracay

Reflejos de Maracay

(A Miriam Mirelles)

 

En este Valle del apamate
             siguen mis pies largos
                             senderos

 y un elefante,
                       en su piel de anciano,
 captura mis pensamientos.

 

Un lago inmisericorde
                      empuja el terraplén…
  se come los edificios
 con aguas negras preñadas de mosquitos
                            que bordan un telar de rebeldía

y buscan refugio las vidas cuyos sueños
  son impelidos al olvido.

 

Taty Hernández Durán ©

2008

 

Una tarde de lluvia

Una tarde de lluvia

Una  tarde de lluvia incita

a escribir o amar

o a las dos cosas:

 

Amar lo que se escribe

o escribir lo que se ama.

 

Y en este blanco papel,

donde reposan mis ojos,

solo faltas tú.

Taty Hernández Durán ©

¿Por dónde?

¿Por dónde se nos fue la palabra?

 

¿Por dónde el verso perdió su fluidez?

 

¿Por dónde el verbo dejó de contarse

y cayeron los deseos en la nada?

 

Esta brisa que me arropa,

suave en su estructura,

firme en su ansiedad.

 

Me lleva por acequias y caminos,

me enreda en su transitar.

 

Y te pierdo y me pierdes

y siento que nuestros pasos

perdieron el compás de la risa

porque las miradas ya no son las mismas.

De Poemas para dormir en tres cuartos (Inédito)  ©

Mujer de silencios

Mujer de silencios

Hoy me proclamo mujer de silencios.

De lino he vestido mi piel

para que el sudor  anide entre sus fibras

y en el vacío rellene mis lagunas.

 

Hoy me proclamo mujer de silencios.

Vacilo sin prisas

en pos de memorias errantes,

en el desierto que me circunda.

 

Hoy me proclamo mujer de silencios.

            Sin rezos que demanden

alivios ni curas para frágiles

            que me roben la energía.

Mujeres-pájaro

Mujeres-pájaro

Nos conjuga el eterno devenir
de los segundos, confinadas,
rememorando otras huellas.

Buscando las sendas
de las que corren y vuelan,
de las que vendrán.

Mujeres-pájaro,
no hay motores en nuestras alas,
solo voz en nuestras plumas.
Voces de los inicios, voces de arena,
voces de ríos que perecen en el mar.

Nuestras manos esculpen
quehaceres de puertas
nunca cerradas.

Nuestros vientres enjaulan semillas
fabricantes de caminos.

No abundan los relojes,
ni las campanas, ni los rieles
tan sólo el vacío del tornado
en el desierto.

No hay rejuegos
de las balas al acecho,
ni facultos caminantes
en los senderos.

Tan sólo,
tu yo y mi yo,
nuestro yo,
vigilantes.

Temblor de la Espera
Ediciones Hojarasca
República Dominicana, 2003
 

Arte: Mujer, pájaro y estrella (Joan Miró)

Yo, desidia

Yo, desidia

No hay música ni alegría cuando la desidia se nos impone.

Hoy soy espejo en la divina muerte de la escritura.

Muerte en los dedos.
 Muerte del pensamiento.
Muerte en la aureola del ser no compacto.

 Busco la vida para no dormir la palabra.

Soy ese poema que se piensa a sí mismo.
 Soy esa letra que juega con sí misma.

Soy ente abstracto que no llega a besarte
porque las tiras de mi piel
 colgadas quedaron
en el alambre desvirtuador de respiros.

 Soy hojas difusas en la corriente del universo.

Abismo soy, mas no palabra.

Taty Hernández Durán ©
De Temblor de la Espera
Ediciones Hojarasca 2003

Proteus

Hoy siento premoniciones. Por trece años que se cumplen el día trece de un mes doce de un tal 2006.

Hace trece años iniciaba una nueva etapa de mi vida. Hace trece años que me invadieron los proteus y crearon volcanes febriles en mi cuerpo.

Hoy mi cuerpo tiene trece años más de vida y mi mente trece por trece por trece infinitesimal de vivencias, alegrías, llantos, abrazos y versos.

Premoniciones me llegan. Premoniciones que me inquietan. No sé quizás deba iniciar la desandada. Quizás deba trillar nuevos caminos. O quizás me aceche la muerte.  Esa muerte que no temo sea en vida, sea en físico. Esas premoniciones, como ráfagas de luz, me dicen que el cambio es inminente.

Taty H.

De Balada para un Cuerpo

II

en la rueca que hila el tiempo
              tuerzo senderos

soy fugaz sombra
en el espejo

no hay polen
para regar mis gemidos

pero crecen semillas

simplemente
he tendido el cordel
 
este cuerpo duerme

y aún lato

Taty Hernández Durán ©

 

Dueños del Abismo

Nunca se esconderá mi energía
si puedo desatar tus deseos.
Es mi voz que te clama.
Es mi voz que late
en el vacío.

Me encontrarás
donde tus dedos
han de tocar el sol.

Donde la luna se agiganta
y su luz juega
con las vetas doradas
de mi pelo,
porque allí me oculto.
 
Un martes cualquiera
encontrarás mi ombligo
sembrado a ras del cielo.

En donde crecen zarzamoras
y el rocío destila lágrimas
perfumadas de resina
que me aroman los senos.
 
 
Y renacerá la vida
para cultivar alientos,
para que tu lengua
y mi lengua
de muchos abriles
los equinoccios dancen.
 
Entonces,
seremos ambos
los dueños del abismo.

Taty Hernández Durán ©

Tengo una camiseta del Che

Desde hace años tengo una camiseta del Che.
Llegó desde Nicaragua.
Ya no la uso. Cuelga de mi closet.

De vez en cuando la aireo.
El airearla es como un exorcismo.
Por los recuerdos. Por los ideales.

Para que no se me rompa la memoria.
Quiero conservarla.

Disfrutaré el momento
en que Génesis me pregunte:
¿Quién era el Che?

Jubilosa le mostraré mi camiseta del Che.
O le escribiré un cuento sobre el Che.
O quizás le escriba un poema sobre el Che.
Se me dan mejores los poemas.

En versos o en prosa
intentaré explicarle
qué es un pro hombre o una pro mujer.

El Che fue un pro.
Un pro que no conocen los jevitos.

¿Podrán entender su historia?

© Taty Hernández Durán

Balada para un cuerpo

I

duerme este cuerpo
                             sin rastros
sin inmensidades

         no le  corre la sangre
tan solo el sopor de un vuelo

duerme este cuerpo
          inerte como las noches
del río

evaporado

de la mañana
al mediodía

duerme este cuerpo
        pareciera que se ha ido

pareciera

Taty Hernández Durán ©
De Temblor de la Espera
Ediciones Hojarasca 2003

A mi muerte

(A propósito de la muerte de un poeta)

Cuando me llegue ese designio
que nos otorga la vida al nacer
quiero que cremen mis restos,
que mis cenizas se distribuyan
por la tierra que tanto amé.

Que en la falda de sus lomas,
que en la orilla de sus ríos,
que en las raíces de sus pinos
esas cenizas, mis cenizas
sirvan de abono a otros versos
que como mis versos nacieron
con la energía del sol.

Cuando me llegue ese designio
no quiero llantos sino risas.
Quizás esto sea cursi pero
quiero que haya música por doquier
para que vibre la vida,
para que la esperanza no muera.

Porque he sido un ente feliz.
Porque he buscado a Dios
y le encontré en la calidez
de mis amigos y hermanos
que como yo han buscado
más allá , mucho más lejos
del ser que permanece.

Taty Hernández Durán ©

En el grito soterrado de mis vellos

Dime tú cuánto has vagabundeado hasta llegar a mi noche.

Dime tú de los caminos, de los ríos y de los fracasos que te empujaron.
Quiero saber quién te trajo a deslindar mi cuadratura.
 Qué viento viró tu navío.
Te deseo en el grito soterrado de mis vellos.
En el despertar volcánico de mis poros.

Prepararé el incienso que imantará tus sentidos.
Cubriré tu cuerpo con almizcle de cundeamor, pasto y eucalipto.
 Una algarabía haré en tu pecho.

Te regalaré dos plumas del colibrí que llevo en mi seno.
Los tambores serán pequeños en el sonar de tus latidos.

Esperaremos el alba trotando en la arena.
Pescaremos mañanas asonoras e insomnes.

Buscaremos soles en las dunas o en la huerta.
Enlazaremos el canto que lleva el verano de un sinsonte.

En la hora nona recogeré tu vela y la llenaré de cánticos de sirena.
Ellos te susurrarán de mi propia fiesta.

Seré la siesta de tus deseos y -en la verbena- tu ancla será libre
de alzarse en vuelo en el instante que el ocaso te desaparezca de mi puerto.

Taty Hernández Durán ©

Saboteadores de sueños

Te cuento
que el infinito
dibujaba latidos,
esperanzas y deseos
al calor de tus besos.

Eran tus ojos dos espejos
saboteadores de sueños.

Dos luciérnagas
navegantes de esa noche
en donde tan sólo se escuchaba
nuestro universo.

Había fuego en tus dedos.

No obstante fueron tus ojos
los que me dijeron
que hay anhelos no expresos
y que es necesario pescarlos
antes de que parta el velero.

© Taty Hernández Durán
Diciembre 2003

Me gustan las mañanas de domingo

Me gustan las mañanas de domingo

El cielo me luce más nítido y el sol, tan sol, tan ocre y redondo.

Pareciera que el verde colgara de uno de sus rayos.

Me gustan las mañanas de domingo. Una taza de café y este cigarrillo que bien sé que me mata a la vez que despierta mis pensamientos.

Me gustan las mañanas de domingo para escribir poemas,

leer la prensa, escuchar a Cigala y recordar otras mañanas de domingo con Vivaldi en mis oídos y mi cabeza en tu pecho.

Me gustan las mañanas de domingo para ir a misa y escuchar los cánticos de los novicios, sentirme en comunión con el que habita en las alturas y agradecer por estar viva, por ser mujer.

Definitivamente me gustan las mañanas de domingo.

Paisaje de la espera

Paisaje de la espera

Siempre retornas junto al arrecife.
Allí donde el sol te acaricia
sin que intermedien las sombras.
No te llega la nocturnidad de una luna
que propicie respuestas.

Y te quedas absorta
en el palpitar de las olas
o en el juego de la espuma
al reto de las peñas.

Quisieras que el sol fuese luna
para revivir otro momento.

Donde hubo vino.
Donde hubo risas.
Donde entendiste que había
oculto un deseo.

Tan solo ves un paisaje,
con un ancho mar,
un barco distante,
dos pelícanos hambrientos
y cuatro hombres, caña en mano,
inmóviles todos, como tú.

Un silbido interrumpe tus letras…
…te insertas en ese paisaje de la espera.

Taty Hernández Durán ©

El festival ya se fue

El festival ya se fue

Llegaron desde el viernes.
Llenos de intenciones. ¿A quién conoceré?
¡Ay!! Mira las montañas.

¿Que eres de Azua? Yo vengo de Santiago y protesto
porque a Plutón lo han degradado.
Sus habitantes ahora serán plutoenanos.

De la diáspora llegó uno, con calva y melenita,
cual director musical y el real maestro preguntó
¿no es ese el del anuncio "e'pa fuera que van"?

El Angel Negro se encolerizó por un poema de menos
pero luego le vimos más contento que un cencerro.

Voces altas, altas voces a la loma se acercaron
plenas de metáforas y pensares.
Al mayor metapoeta extrañé también a los
interioristas y del contexto que faltaron.

Un cuentista se acercó con otra protesta en la mano
pidiendo firmas para que de iso facto
el gobierno prohiba un merengue mambo.

El ministro arribó buscando unos recuerdos
e hizo un recorrido que desembocó
en la peña del gran río. Con la vista fija en sus aguas atrapaba
el tiempo ya ido.

Un ochentista muerto'e risa en una foto me quedó.
¿De qué o quién se burlará?

Muchas palabrotas a las monjas asustaron
tendré que facturar a diez pesos por orgasmo.

Sillas rotas, tres botellas,
una bandera y un montón de vasos en el suelo.

Allí van la cámara y el corazón recogiendo las memorias.