Siempre retornas junto al arrecife.
Allí donde el sol te acaricia
sin que intermedien las sombras.
No te llega la nocturnidad de una luna
que propicie respuestas.
Y te quedas absorta
en el palpitar de las olas
o en el juego de la espuma
al reto de las peñas.
Quisieras que el sol fuese luna
para revivir otro momento.
Donde hubo vino.
Donde hubo risas.
Donde entendiste que había
oculto un deseo.
Tan solo ves un paisaje,
con un ancho mar,
un barco distante,
dos pelícanos hambrientos
y cuatro hombres, caña en mano,
inmóviles todos, como tú.
Un silbido interrumpe tus letras…
…te insertas en ese paisaje de la espera.
Allí donde el sol te acaricia
sin que intermedien las sombras.
No te llega la nocturnidad de una luna
que propicie respuestas.
Y te quedas absorta
en el palpitar de las olas
o en el juego de la espuma
al reto de las peñas.
Quisieras que el sol fuese luna
para revivir otro momento.
Donde hubo vino.
Donde hubo risas.
Donde entendiste que había
oculto un deseo.
Tan solo ves un paisaje,
con un ancho mar,
un barco distante,
dos pelícanos hambrientos
y cuatro hombres, caña en mano,
inmóviles todos, como tú.
Un silbido interrumpe tus letras…
…te insertas en ese paisaje de la espera.
Taty Hernández Durán ©
3 comentarios
Taty H. -
Gracias,Ninoska, en la simpleza de la palabra.
ninoska santiago -
Jose Alejandro Peña -